Sergi Cutillas
Economista miembro del Observatorio de la Deuda de la Globalización (ODG) y la PACD
Entrada originalmente publicada en el blog “Viviendo en Deudocracia”, el blog de la PACD en Público.
Podemos ha aprobado recientemente una resolución que afirma querer reestructurar la deuda pública. También ha indicado que le gustaría hacerlo dentro del marco de un gran pacto Europeo.
A pesar de las voces de la caverna española que en estos momentos critican a Podemos por cualquier razón, con independencia de lo que diga o haga, la resolución ha sido bien recibida desde las altas esferas financieras globales y globalistas. El lunes Wolfang Münchau, director adjunto del Financial Times y uno de las voces más influyentes a nivel mundial en el ámbito financiero, entre otras cosas por ser director del think tank Eurointelligence, especialmente dedicado y diseñado para promover la unificación con éxito de la UE y la Eurozona, decía que Podemos tiene razón en su posición respecto a la deuda.
¿Qué significa esto? Algunas voces cercanas a Podemos se están congratulando de que figuras serias y respetables como Münchau vean a Podemos como serio y respetable también. ¿Pero es esto lo que realmente está pasando? En realidad no. El objetivo que promueve Münchau es la unificación de los estados-nación europeos en un mega-estado federal financiarizado y con una burocracia laberíntica. Seguro que han escuchado en boca de muchos que para salir de la crisis necesitamos “más Europa”. Integración y unificación en este modelo son sinónimos de financiarización y pérdida de soberanía nacional-estatal y de democracia.
Münchau, representando a las élites financieras globales, aspira a ver una Gran Europa con una misma moneda, mismas leyes, mismo sistema fiscal, mismo sistema bancario y gobierno único, todo bien controlado por el capital transnacional a través de diferentes vías como los cambios en las Constituciones, como la del artículo 135 de la española, o los Tratados al estilo del TTIP, que hagan desaparecer todo rastro de soberanía nacional-estatal (capacidad de decisión de los estados-nación) y popular.
Por lo que hemos visto durante la crisis esta estrategia es parecida a una boca de serpiente. Cada vez que uno se revuelve para zafarse se mete más dentro de la boca. Después de cada descarga de miedo y estrés a través de los mercados y los medios de comunicación, los gobiernos aceptan un nuevo pacto europeo anti-crisis o un rescate para no quebrar que debe ofrecer estabilidad y confianza (a los mercados). Con cada rescate y cada pacto muere un poco de los estados-nación, y las empresas financieras y transnacionales substituyen los vacíos que dejan estos estados.
El posicionamiento para vender esto es el de mostrarse amistoso y keynesiano, como hace también George Soros, abogando por un quid pro quo aparentemente justo, a diferencia de lo que están haciendo desde el cruel gobierno alemán. En este momento su oferta es que las naciones entreguen su soberanía fiscal en favor del proyecto Europeo, a cambio de planes de salida de la crisis basados en moderadas reestructuraciones de deuda, inversiones públicas y aperturas del crédito. En otras palabras, la reestructuración y mutualización de deudas y sistemas fiscales entre los países de la eurozona significaría que los países del norte asumirían parte de la carga de los del sur, parecido a lo que pasa entre las autonomías españolas. De repente la fiscalidad estaría centralizada en Bruselas, donde se tomarían las decisiones de recaudación de impuestos y gastos. En este nuevo sistema centralizado los países del norte transferirían parte de sus impuestos a los del sur y unificarían sus deudas con éstos en una misma hacienda, por lo que serían un poco menos ricos y poderosos en términos absolutos y relativos respecto a los del sur. Esto en realidad esto sería una unión política de facto.
Dentro de esta obsesión por la unificación política algunos de los proyectos que Münchau ha promovido hasta la extenuación se encuentran los Eurobonos ―que no se llevaron a cabo debido a la oposición de Angela Merkel―, la creación del fondos de rescate como el FEEF-MEDE ―con éxito limitado en la dirección de crear esta hacienda europea común―, y la Unión Bancaria ―que debido también a la terca resistencia alemana es mucho menos unión de lo que hubieran deseado gente como Münchau o Soros.
Merkel y la élite alemana que la apoya se resisten a la salida de la crisis a base de pérdida de soberanía nacional-estatal alemana y de asunción de cargas de los países del sur. De ahí se entiende la inagotable resistencia alemana en favor de la austeridad. Interpretan que en esta partida de ajedrez una unión prematura situaría al estado alemán en una posición de pérdida de influencia demasiado temprana frente al resto de estados hegemónicos del mundo, a la élite burocrática europea y al capital transnacional. El nacionalismo alemán no es algo fácil de doblegar. Es por esa razón que se negaron a los Eurobonos, limitaron el MEDE y la Unión Bancaria, y se resisten a abandonar la austeridad que está llevando a la Eurozona a la 3ª recesión y a la deflación. Debe entenderse este juego de poder interno de la UE para que las decisiones alemanas no parezcan miopes y carentes de visión estratégica. La élite alemana continúa amasando poder para llegar al momento culminante de la unificación política europea con el máximo de poder de negociación posible.
Münchau ha sido una de las voces más críticas contra el gobierno de Merkel, por lo que sumándose a la fácil lectura de ‘todo es culpa de Merkel’ se posiciona como un keynesiano simpático que está en favor de la gente que sufre la crisis. Su último artículo es más de lo mismo. Manipulación de lobo con piel de cordero.
Podemos debería reflexionar sobre el artículo del Financial Times. Es mala señal que la élite financiera esté a favor de su posición respecto a la deuda. Podemos podría, con su posición a favor de un pacto sobre la deuda a escala europea, ser la fuerza que precipite un consenso desde el centro político europeo entre Populares y Socialistas para encontrar una solución moderada al problema. Si la Izquierda Europea se hiciera fuerte, Hollande y Renzi tendrían argumentos para oponerse a la austeridad impuesta por Merkel, y obligarle a aceptar un plan parecido al que propone Münchau… Y sin quererlo también Podemos al usar el término reestructuración. De hecho ya estamos viendo como el ‘nuevo’ PSOE de Pedro Sánchez se mueve hacia la posición de la reestructuración, afirmando que el cambio del artículo 135 de la Constitución fue un error. El consenso ya se está moviendo hacia el gran pacto de reestructuración.
Podemos debe ser muy ambicioso en este contexto. Su posición respecto a la deuda debe dejar claro que la soberanía estatal y popular no es negociable, que la deuda no se debe restructurar dentro de un plan europeo de crecimiento que disminuya aún más la soberanía estatal. Es por esta razón que debería promover auditorías ciudadanas de la deuda que devuelvan la soberanía al pueblo y realizar un acto soberano de impago de la deuda ilegítima. Lo que está en juego en relación a la deuda en Europa es la misma democracia.
Un buen termómetro para saber si las medidas planteadas respecto a la deuda son acertadas es que ni Münchau ni Merkel, ni Pedro Sánchez deberían poder defenderlas. Ser demasiado tácticos en términos de la construcción de discurso en búsqueda del centro político para poder llegar a gobernar puede hacer que nos confundamos a nosotros mismos sobre los temas clave y que los mensajes ambiguos sean utilizados por los realmente poderosos a nivel global. En la guerra comunicativa para llegar al poder hay que procurar no entrar en el frame del enemigo y tener claro que en este caso el enemigo no es sólo el PP o la oligarquía española. Más poderosa que éstos es la élite financiera y transnacional global que manda en Europa.
En este momento el término ‘reestructuración’ que usa Podemos es aceptado por el Financial Times, sólo falta que Merkel se decida…