Artículo de Yves Julien publicado en el blog Otras Miradas de Público.es el 7 de octubre de 2013
El gobierno acaba de presentar sus presupuestos para el año 2014. Como cada año, se comunica mucho sobre tal o tal partida, su aumento o reducción respectiva, dejando de lado un aspecto clave, que es el servicio de la deuda.
Como ya expliqué en otro artículo, la deuda del estado no funciona como las hipotecas: cuando un estado emite deuda, recibe el dinero enseguida (llamado principal), y va reembolsando los intereses (y solo los intereses) a lo largo del plazo acordado (de 3 meses a 30 años). En cuanto al principal, se devuelve al final de ese periodo, de golpe. Para lo cual se suele emitir una nueva deuda (eso se llama amortización de deuda), ya que devolver el principal de todos los préstamos que vencen a lo largo de un año representa mucho dinero.
Para encontrar la amortización de deuda correspondiente en los presupuestos generales del estado, hay que investigar un poco, ya que no figura como gasto… Y por primera vez desde 1997 (primeros presupuestos disponibles en internet), la amortización de las deudas que vencerán en 2014 no aparecen como tal en los presupuestos, hay que calcularla restando el déficit previsto para 2014 (39 mil millones de euros) de las necesidades de financiación del estado (244 mil millones de euros), lo que nos da unos 205 mil millones de euros.
Para comparar, el presupuesto total de gastos para 2014 es de 165 mil millones de euros: ¡el estado destinará más dinero para pagar a los acreedores de la deuda que para la población! eso considerando que la totalidad de los gastos son provechosos para la ciudadanía, lo que es muy generoso…
Y ¿de dónde viene este dinero? Pues de los impuestos (128 mil millones) y de nuevos prestamos (244 mil millones), lo que significa que el estado ingresa casi dos veces más de los mercados financieros que de la sociedad española… ¿Y luego nos preguntamos por qué (el estado) no nos hace caso?
Pero si miramos el gasto que representa el servicio de la deuda (reembolso del principal más pago de intereses) para el estado desde 1997, es para asustarse… En 1997 se debían 271 mil millones de euros, mientras que a mitad de 2013 la deuda pública ascendía a 943 mil millones de euros (http://www.datosmacro.com/deuda/espana). ¿Y el servicio de la deuda entre 1997 y 2014? 2.095 mil millones de euros, de los cuales 390 mil millones son de intereses.
O sea, si comparamos con lo que debíamos en 1997, hemos pagado casi ocho veces más desde entonces, y nos queda por pagar más del triple. Unas matemáticas muy complejas: 1 – 8 = 3. ¿Y eso a cambio de qué? ¿Qué se ha financiado con ese dinero? Pues la verdad, una burbuja inmobiliaria, varios rescates a bancos y cajas, y la destrucción del sistema social (desempleo, jubilación, educación, sanidad). Mientras las altas esferas tienen tanto dinero que no saben que hacer con él, el resto de la sociedad se hunde lentamente en la miseria, mujeres, infancia y dependientes primeros.
¿Y si no pagáramos esta deuda? Podríamos obligar al gobierno a suspender el pago de la deuda, tanto intereses como principal. Solo con eso, desaparecería el déficit. Obviamente, los gastos previstos en los presupuestos de muchas partidas no son suficientes (educación y sanidad entre otras), por lo cual otros ingresos serían necesarios, a través de impuestos a transacciones financieras, de la erradicación de los paraísos fiscales, o unos impuestos-multas a los responsables de la debacle financiera que vivimos.
El no pagar la deuda es muy factible, a pesar de los gritos en el cielo que ponen los economistas oficiales. Un país como Ecuador suspendió el pago de su deuda en 2008, el tiempo de auditarla, para luego negarse a pagar la deuda identificada como ilegitima u odiosa. Resultado: se han ahorrado siete mil millones de euros, que pudieron dedicar a educación, sanidad e infraestructuras. También se puede mencionar a Argentina, que está en suspensión de pagos desde 2002, o Islandia rechazando pagar la deuda por referéndum.
Si estos países lo consiguen, ¿por qué no España? Porque aquí tampoco tenemos muy claro de dónde viene la deuda, qué se ha hecho con ella, o a quién estamos devolviendo el dinero. Pero seguimos devolviendo el dinero, ¡porque claro, las deudas hay que pagarlas! Pero, ¿seguirías pagando los gastos de la comunidad si supieras que su presidente se reforma el piso con ese dinero? Pues comprobemos que ese no es el caso con la deuda pública, ¿no?
Entre el 8 y el 15 de Octubre se celebra la Semana Global de Acción contra la Deuda y las Instituciones Financieras Internacionales. La Plataforma para la Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD) participará en los actos programados en las principales ciudades del estado a lo largo de esa semana, para avanzar en la construcción de un amplio frente ciudadano para auditar esta deuda pública en nombre del cual están destruyendo lo poco que nos queda. ¡No debemos, no pagamos!