¡Soy de económicas, estúpido!

Ferran Espanyol
Miembro de Post-Crash Barcelona

Aleix Porta
Miembro de la PACD

Entrada originalmente publicada en Viviendo en Deudocracia, el blog de la PACD en Público.

Corría la broma, entre los médicos judíos medievales, que si clavaran un hacha en la frente de un individuo, un colega cristiano sería incapaz de dilucidar la causa de la muerte. Algo así pasa con el estado actual de la economía global, cada día más enfermo, más tóxico por el hacha de la deuda. Y sin embargo, economistas de un signo u otro diagnostican dependiendo de los humores: ¡Es el gasto social! ¡Es la competitividad! ¿Por qué no hablan de la deuda? Sencillamente porque han estudiado economía.Estudiamos economía estúpida y sin ética

En el año 2014, 42 asociaciones de estudiantes y docentes de economía de 19 países diferentes apoyaron el manifiesto por la enseñanza pluralista de esta disciplina, lanzado por el colectivo Post-Crash Economy de Manchester. Después de 7 años de cataclismo, las academias seguían mandando leer los mismos autores, las mismas teorías y los mismos ejemplos que la realidad se empeña en mostrar como incompletas o directamente falsas. Estamos hablando de la teoría neoclásica.

El estudio presentado recientemente sobre los estudios en España y Europa (se puede descargar en la web de Post-Crash Barcelona) muestra un claro sesgo teórico en los estudios económicos universitarios actuales. Teorías como la del Equilibrio General, contestada desde hace años, o modelos como el de crecimiento de Solow o el de Hicks, ambos puestos en duda por los propios autores hace cinco décadas, siguen explicándose en las aulas universitarias. Más que aprender ciencias económicas, estamos delante de un proceso de deseducación a gran escala en el terreno de la economía.

Las autoridades académicas decidieron hace tiempo simplificar la formación en economía y dejar de tratarla con la profundidad y el nivel que lo hacen el resto de ciencias, como la física o la biología. Una decisión errónea cuya principal consecuencia, e intención, es la producción de economistas limitados y acríticos en el análisis de la situación. Sin crítica nos damos de bruces contra la realidad. Creer que el crecimiento, no tan solo monetario, es lo único que importa desliga la economía de sus circunstancias y, con ello, le extirpa toda ética alguna. En otras palabras, estamos creando profesionales mediocres, dogmáticos, economistas estúpidos que se quedan mudos cuando la realidad se les viene encima.

Pero no se trata simplemente de fabricar mano de obra poco profesional, sino de convertir en verdad lo que conviene que sea verdad. El documental Inside Job mostraba como de habitual era en los años previos al crash que los departamentos de Economía presumieran de colaboraciones con los grandes conglomerados financieros. Daban autoridad académica a sus aventuras financieras (que se había vencido el riesgo, que los precios siempre subirían)… Hasta que estalló la crisis. Pero no habido enmienda ética ni lo que es igualmente injustificable, rectificación intelectual.

A día de hoy esas perversiones siguen dándose en forma de cátedras universitarias y programas de investigación en manos de entidades financieras. Delante de esta realidad, ni poderes públicos ni círculos empresariales han dicho nada. ¿Y la sociedad organizada? La economía tiene que explotar académicamente y empezar a ser controlada políticamente. Que aquello de “poner la economía al servicio de la política” empiece a ser una realidad y deje de ser uno de tantos eslóganes que nos ha dejado la crisis. Hemos tenido que venir los estudiantes para denunciar el tufo a cerrado de las Facultades.

La deuda o como la economía se nos muere

Otra de las consecuencias de esta ciega formación económica es que la deuda se estudia poco o nada. En una primera aproximación, la teoría neoclásica entiende que la deuda no afecta a la capacidad de crecimiento de una economía o una región porque la considera una relación de suma 0. Es decir, que quien tiene el dinero es irrelevante porque de una manera u otra terminará invirtiéndose y contribuyendo al desarrollo general. Esta teoría neoclásica es claramente reduccionista y obvia una de las variables que se han mostrado fundamentales para los procesos de crisis económica que ha habido a lo largo de la historia.

Y para prueba, un botón. Los países europeos abandonaron sus colonias en África y Asia, que se convirtieron en nuevos países desestructurados y que tuvieron que endeudarse con sus antiguas metrópolis. Éstas les exigieron y les exigen el control de sus riquezas mientras consienten el caos de violencia e inestabilidad. Estados Unidos ha promovido la creación de instituciones internacionales que protegen a los acreedores, no a los endeudados, como el FMI y el Banco Mundial. Algo de ello saben en Latinoamérica.

Y que nos digan en España que no importa en qué lado está el valor de un pasivo: miles de familias, ayuntamientos y otras instituciones están atrapadas por sus deudas, las cajas de ahorros desaparecidas y el dinero concentrado en unas pocas manos. En Europa, nadie tose sin el permiso de Alemania, cuyos bancos concentran la mayor parte de las deudas de sus colegas. Varoufakis, economista él, lo dijo claramente: en el Eurogrupo no se plantean argumentos económicos, sino presiones políticas.

Pero lo más irónico es que una deuda tiene muy poco de económico. David Graeber explica en En deuda que las obligaciones para con otros existen en toda cultura humana. Pero su cuantificación, su monetización, es una traducción exclusivamente económica que lleva asociada la justificación de la violencia y la extorsión. Lo decíamos en “Deudas como panes”: Es mucho más fácil dominar con la deuda que con una invasión militar.

Todo esto lo sabemos ya, pero seguimos sin llamar las cosas por su nombre: la deuda rige nuestras economías y nuestra política y no hemos hecho nada para controlarla ni abolirla. Y la razón es que ni los que deberían saber más para poder explicarla, los economistas, saben bien que hacer con ella…

Buscar alternativas

Las Ciencias Económicas andan atrasadas y desorientadas, como los médicos cristianos en época medieval. No pueden seguir como hasta ahora. Si quieren presentarse como tales, deben contemplar la deuda como factor determinante en la evolución de cualquier economía que se preste, sea ésta de tipo familiar, comercial, financiera o macroeconómica.

La reflexión que los estudiantes de Post-Crash Economy hacemos no es para ser oída solo en los campus. Tampoco desde la PACD hablamos solo para economistas. La ciudadanía entera tiene que saber que la economía es política. El discurso económico ortodoxo afecta todos los ámbitos de nuestra vida. La economía, el caballo de batalla de nuestro siglo, debería enfocarse en buscar soluciones democráticas, además de aportar conocimientos económicos fiables y contrastados a la práctica, convirtiéndose en la ciencia social que en la teoría dice ser.  Por esto, la deuda, el caballo de batalla de nuestro siglo, debe incorporarse en el estudio e investigación de este terreno, como factor determinante que es para el desarrollo normal de nuestras vidas.