El racismo está directamente relacionado con la crisis económica y la situación empeora tremendamente según avanzan los recortes sociales. Mientras para los capitalistas la crisis es una destrucción creativa, ¿cómo calificar la destrucción de los servicios sociales, de una juventud innecesaria que es obligada a marchar al extranjero, de las pensiones recortadas, de la inmigración perseguida y hacinada en campos de reclusión, la exclusión de los menos favorecidos o las nuevas cargas impuestas a la mujer…?
El racismo da un discurso a los pequeños burgueses y se enfrenta a la izquierda, blandiendo argumentos contra el inmigrante como “no más gente en esta tierra”, “provocan el auge de la criminalidad”, “crean desempleo para el nacional”, “son una bomba para nuestro sistema de salud”… Pero no hay que buscar en los extremos del escenario político griego; ya el PASOK en el año 2000 retiró el acceso a la atención médica a los inmigrantes ilegales.
El fascismo ha llegado a Grecia porque se ha acostumbrado a la sociedad a un discurso racista, a una confrontación entre inmigrantes y nativos, mientras la izquierda no levantó la voz cuando los inmigrantes trabajaban en condiciones lamentables en los complejos Olímpicos.
Alba Dorada, con un 10% de respaldo ciudadano, no fue el primer intento de crear esta ola de fascismo, pero las anteriores fracasaron, razón por la cual los partidos actuales no se centraron en parar su auge y tampoco están siendo capaces de ofrecer alternativas, mientras la izquierda contempla pasiva y falta de propuestas.
El terreno queda listo para que al llegar la crisis, este racismo se use como herramienta política; para dividir a los pobres, mientras los ricos refuerzan su poder. El reparto de la riqueza de un país para solucionar la crisis favoreciendo a los ricos, no es posible en un marco democrático y esto lo saben muy bien desde las instituciones europeas.
¿Cómo hacer una re-estructuración a esta escala? Históricamente se ha realizado a través de un estado autoritario, con un parlamento “títere” (modelo que ya ha tocado su límite) o a través de un golpe de estado militar (usado en el pasado pero inestable, sobre todo en escenarios de crisis económica). Nos queda entonces el fascismo: un movimiento masivo que usurpa el discurso de la izquierda, mientras se enfrenta a ella, preparándose para una guerra civil.
Recordemos cómo la Deuda fue una de las causas del auge de Hitler y el Tercer Reich. Pocas décadas después, nos encontramos ante una nueva crisis de deuda, que en Grecia ha hecho que el fascismo sea ya una realidad sangrante, mientras Europa mira hacia otro lado. Los compañeros griegos nos avisan mientras nosotros seguimos sus pasos.
“El fascismo es un arma peligrosa porque a menudo se vuelve contra aquel que lo lidera, no es capaz de llevar un Estado y es una última alternativa desesperada. Pero si batimos al fascismo, abriremos la puerta a una nueva Grecia, una Grecia de regeneración democrática”.
Ideas del III Encuentro de la Red Internacional de Auditorías Ciudadanas (ICAN)
Evento Público, Universidad de Aristóteles, Thessaloniki feb 2013:
«Deuda y Crecimiento de las Desigualdades. Fascismo, Racismo y Patriarcado».
Spyros Marchetos (XXXE, Grecia), La Deuda alimenta al Fascismo.
Babis Kouroundis (KEERFA, Grecia), Racismo en Grecia en la Actualidad.
Giorgos Katrougalos (ELE, Grecia), Construyendo un Estado Autoritario.
Despoina Haralambidou (Sindicalista, MP Syriza, Grecia), Deuda y Mujeres Trabajadoras.