Ante el estado fallido y el colapso del sistema de bienestar, son los griegos mismos los que se han empezado a organizar, alimentando el movimiento de base que suaviza los efectos de los recortes y oponiendo resistencia a los mismos. Estas redes surgen de la necesidad, no de la ideología, siendo muchos de sus participantes apolíticos o de la izquierda social.
Durante los últimos tres años, ha habido una explosión de solidaridad con la creación de clínicas medicas y farmacias, redes de productores y consumidores, proyectos escolares y culturales o cooperativas. Aumenta el conocimiento en la auto-organización y estas iniciativas actúan como herramienta contra el fascismo, dado que la cohesión social lo frena.
La sociedad civil en Grecia no cuenta con un entramado de ONGs tan amplio como otros países de Europa (muchas incluso son propiedad de las mujeres de los magnates de barcos) y la UE está dando ayudas para articular redes de solidaridad «oficiales», lo que tiene el riesgo de hacer parecer «ilegales» aquellas que han surgido de forma espontánea. Hay acoso por parte de la policía de los intercambios «no reglamentados» y también ataques fascistas.
La pobreza se convierte en un «mercado» al que están intentando entrar: las necesidades de la miseria. Un intento de institucionalización de aquello que se sale del sistema, de crear el mercado estableciendo ONGs grandes nutridas con dinero directo de la UE, siendo el municipio el que decide cuáles lo reciben.
Se trata de una institucionalización de estas organizaciones sociales mientras se empuja a Grecia hacia el tercer mundo, en cambio, a Alba Dorada no se le molesta en sus iniciativas «solidarias»: comedores para griegos, un intento de banco de sangre «griega» y «doctores con fronteras», licencias para taxistas, reclutamiento ideológico de policías, servicios secretos, mafia… Pero no tienen la fuerza que hay en la movilización social, ni son capaces de modularla.
El florecimiento de estas experiencias ha sido el evento más importante en los últimos años: el 22% de la población griega usa, o ha usado por lo menos una vez, iniciativas de este tipo.
El 28% de los griegos participó en las plazas, muchas personas que presionaron hasta el punto de creer que se podría tumbar al gobierno (de hecho el presidente abandonó por 6 horas). De ahí salieron las experiencias de asamblearismo y el conocimiento más extenso y crecimiento de las redes de consumo solidario; eso es lo que ha quedado de las plazas.
Los Indignados griegos pedían democracia directa, señalaban como culpables a la Troika y soñaban con la construcción de una nueva Grecia. Esto se ha seguido debatiendo, reflejo de ello fueron los eventos de octubre y febrero de 2012, la derrota de Papandreou y el auge de Syriza.
¿Cómo puede funcionar el estado de bienestar después de los Memorándum? La gente se tiene que sostener para tenerse en pie y resistir, para impedir la degradación social. El gran cambio que ha traído para Grecia la crisis se refleja en las miles de personas que por primera vez participan en proyectos colectivos y muchos, sobre todo los jóvenes, no se remiten a un partido político, ni siquiera a Syriza.
Fuente: PACD, delegación internacional en su visita a Grecia, red ICAN