A los partidos políticos surgidos de movimientos sociales suelen presentárseles tarde o temprano una dicotomía que va a determinar su futuro. Enfrentados a la “realidad” unos abogarán por introducir “raciocinio” y la “mesura” en el discurso, aceptando las realidades existentes e intentando evitar los miedos de posiciones “radicales” para crear grandes consensos. Otros en cambio, lucharán por mantener intactos los argumentos que le permitieron el ascenso y les dieron la razón de ser.
Es interesante ver como este proceso se repite en el tiempo y más allá de las fronteras. En mi caso tengo muy presente como se produjo la transformación de los Verdes alemanes de un partido contestatario, pacifista, antinuclear y ecologista en una suerte de ecololiberales guerreristas. En el caso de die Linke, ya hay diversas tendencias entre los “realistas” y los más “dogmáticos”. El resultado es es muchos casos la cooptación por el sistema de un partido que se ha adaptado a “las realidades”. A veces a uno le parece que este proceso se ha puesto en marcha en Podemos sin ni siquiera haber terminado en constituirse como partido.
Los franceses tienen una expresión muy utilizada en la ciencia política que hace referencia al grado de fuerza relativa de cada uno de los contrincantes. Es el “rapport de force” o correlación de fuerzas que va a indicar en gran medida cuales son las posibilidades que tiene cada bando para imponerse en un momento determinado, más allá de la fuerza de sus argumentos. Nuestro objetivo como PACD ha sido desde el principio, al menos así lo he entendido yo, cambiar esta correlación de fuerzas en la sociedad teniendo como objetivo final acabar con lo que denominamos el “sistema deuda”, que no es más que una especie de sifón que transfiere los recursos de las mayorías hacia una minoría. Ésto solo será posible mediante la difusión de conocimiento, de ideas y propuestas, de solidez argumental y de perseverancia. Consecuencia ineluctable de todo esto es la comprensión de que la lucha se plantea en gran medida en los conceptos, que no son otra cosa que la manera que disponemos de asir la realidad. Por lo tanto el lenguaje importa. Es más, es fundamental, pues la realidad que percibimos está determinada por las palabras que usamos. Si usamos los términos de nuestro oponente tendremos la mitad de la batalla perdida. Y reestructuración lo es. Deberíamos ser conscientes.
Con estas premisas dadas me adhiero a lo que ya algunos han comentado. Este debate no puede ser reducido a una cuestión técnica o meramente económica. Esto es mucho más. Aquí nos introducimos en la Política con mayúsculas, que es lo siempre demandamos pero que frecuentemente nosotros mismos parece que no sabemos implementar.
Nos encontramos en una situación muy particular, que se da en la historia de forma esporádica. La sociedad está harta. Harta de engaños, harta de corrupción, harta de la casta. Cree que la situación es injusta y demanda cambios que traigan justicia. Este sentimiento alimentado por la decepción y el hartazgo de lo vivido está afectando a los cimientos mismos del edificio social: a su legitimidad. Esto son palabras mayores, pues no existe motor más fuerte para el cambio que la ilegitimidad. Lo que no es legítimo no es perdurable y es por eso que todo sistema emplea sus esfuerzos mayores en darse una pátina de legitimidad. Porque sino está perdido.
Nosotros conocemos bien que es la deuda. Sabemos que el objetivo de ésta va mucho más allá del pago en sí mismo. Sabemos que es ante todo una herramienta (y una de las principales) de dominación y de perpetuación de un sistema injusto. Un sistema que se nos antoja en decadencia acelerada pero que lucha por sobrevivir. Soy del convencimiento de que algo nuevo se nos aviene. Como Gramsci escribía el viejo mundo se muere mientras el nuevo lucha por nacer. Y como Immanuel Wallerstein acertadamente afirma no hay garantía de lo que venga es mejor. Lo que llegue dependerá de nosotros. Hay que luchar para conseguir lo mejor y evitar lo peor. Seráel rapport de force o la correlación de fuerzas que exista la que determinará el resultado.
La resolución de Podemos es a mi entender una mala resolución. En cierto modo una muy mala, quizás sobre todo porque la alienta la búsqueda de lo mejor. Pretende lo mejor porque aspira a enfrentar un problema mayor hasta hace poco oculto que es el problema de la deuda. Intenta ayudar a la gente disminuyendo la cantidad insoportable de dolor que ahoga nuestra sociedad e intenta buscar una perpectiva para un país que se hunde irremisiblemente.
Pero es una resolución muy mala por muchosmotivos. Igual que no se cura a un enfermo de cáncer con morfina, esta resolución no ataca las causas y se conforma con aligerar el padecimiento. Buscando una reestructuración que aligere la carga, la resolución está legitimando una deuda a todas luces ilegítima. Buscando la aceptación de la mayoría confunde consenso con concesión pues olvida que este desastre tiene causantes que hasta el momento son los ganadores. Obvia que ante una sociedad en movimiento acelerado, lo que ayer era radical mañana podrá ser un clamor social. Olvida que nuestra sociedad demanda justicia y que el éxito mismo vivido por el partido se debe a estaexigencia y que la resolución que proponen solo ofrece parches y contubernio con las élites. Pero sobre todo olvida que tenemos que pelear para ir cambiando esa “correlación de fuerzas” que permita a lo nuevo nacer y que lo que nazca lo sea en sentido positivo para todos y todas, mientras que esta resolución, sin pretenderlo, lo único que hace es dar oxígeno a un sistema moribundo. No nos engañemos, si ellos hablan de reestructuración, no es por convencimiento. Si alguien lo duda debería echar un vistazo a los planes de nuestras élites con los acuerdos secretos TTIP y TiSA. El neoliberalismo no es una ciencia, es una religión y sus adoradores no recularán jamás por convencimiento, lo harán cuando sean obligados por el pueblo. Ni un minuto antes. Y esta pelea no se ganará por puntos. Lo será por K.O. o no lo será.
David PACD Sevilla (Politólogo y Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales)